domingo, 23 de abril de 2017

Descripción histórica y criterios diagnósticos







En 1944, Hans Asperger, un pediatra austriaco, publicó un artículo en una revista alemana de psiquiatría y neurología donde describía a un grupo de niños con características similares muy peculiares que él no había visto antes. Tanto Asperger como otros contemporáneos como Kanner, eligieron el término “autismo” usado anteriormente por Bleuler para describir la pérdida de contacto con el mundo exterior que presentaba el paciente esquizofrénico. Actualmente este síndrome se conoce con el nombre de “Síndrome de Asperger” y se ubica dentro de los trastornos generalizados del desarrollo.


Criterios para el diagnóstico de Trastorno de Asperger (DSM−IV−TR, 2000)

A. Alteración cualitativa de la relación social, manifestada al menos por dos de las siguientes características:
1. Importante alteración del uso de múltiples comportamientos no verbales, como el contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la interacción social.
2. Incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros apropiadas al nivel de desarrollo del sujeto.
3. Ausencia de la tendencia espontánea a compartir disfrutes, intereses y objetivos con otras personas (por ej., no mostrar, traer o enseñar a otros objetos de su interés).
4. Ausencia de reciprocidad social y emocional.               

B. Patrones de comportamiento, intereses y actividad restrictivos, repetitivos y estereotipados, manifestados al menos por una de las siguientes características:

1. Preocupación absorbente por uno o más patrones de interés estereotipados y restrictivos que son anormales, sea por su intensidad o por su objetivo.
2. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales.
3. Manierismos motores estereotipados y repetitivos (por ej., sacudir o girar manos o dedos, o movimientos complejos de todo el cuerpo).
4. Preocupación persistente por partes de objetos.

C. El trastorno causa un deterioro claramente significativo de la actividad social, laboral y otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. No hay retraso general del lenguaje clínicamente significativo (por ejemplo, a los dos años usa palabras sencillas, a los tres frases comunicativas).

E. No hay retraso clínicamente significativo del desarrollo cognitivo ni del desarrollo de habilidades de autoayuda propias de la edad, comportamiento adaptativo (distinto de la interacción social) y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.

F. No cumple los criterios de otro trastorno generalizado del desarrollo ni de esquizofrenia.




sábado, 22 de abril de 2017

Funcionamiento cognitivo en el Síndrome de Asperger

La presencia de una inteligencia media (con alguna desviación típica por encima o por debajo) que caracteriza a la mayoría de las personas con SA puede llevar a infravalorar las dificultades y limitaciones con las que estas personas se encuentran en su vida diaria. Poseer un cociente intelectual normal o superior no garantiza el desarrollo de una vida autónoma y satisfactoria. 

 Es muy frecuente que los alumnos con SA presenten fracaso escolar (sobre todo a partir del ciclo de secundaria), fracaso difícil de entender si nos limitamos a valorar el CI. Las actitudes perfeccionistas de muchos chicos con SA, que llevan a una lenta ejecución de las tareas, las dificultades atencionales, la desmotivación, la dificultad para comprender conceptos abstractos, las limitaciones a la hora de organizar las tareas o la mala estimación y planificación del tiempo son sólo algunos de los factores que limitan enormemente su éxito académico. Por otra parte, en el mundo laboral las características inherentes al síndrome también obstaculizan su éxito profesional. La escasa comprensión de las normas implícitas que rigen el funcionamiento de una empresa, la escasez de habilidades empáticas, la mala administración y organización del tiempo, la presencia de comportamientos considerados extravagantes por los demás, dificultan la vida profesional de estas personas. El CI, considerado de manera aislada, es un mal predictor del éxito académico y profesional.



Aspectos Neurobiológicos del Síndrome de Asperger

¿Qué es el Síndrome de Asperger?

 El Síndrome de Asperger (SA) es un trastorno del desarrollo, de base neurobiológica, que afecta al funcionamiento social y al espectro de actividades e intereses. Está vinculado a una disfunción de diversos circuitos cerebrales. Tomando en consideración que el déficit nuclear del SA es el trastorno de la cognición social, parece razonable atribuir un papel central a la amígdala y a la relación entre la amígdala y circuitos frontoestriados, temporales y cerebelo, estructuras involucradas en el desarrollo de la relación social. Puesto que el SA es un trastorno del neurodesarrollo, comparte características propias de los problemas del desarrollo del sistema nervioso en general.

Comorbilidad del Síndrome de Asperger

En la mayoría de los casos de SA las manifestaciones más importantes se ubican en el plano cognitivo y conductual, con unas características bastante específicas. Sin embargo, en una parte importante de niños con SA, existe comorbilidad con otros trastornos.
Las manifestaciones comórbidas que pueden asociarse al SA se resumen a continuación:

Comorbilidad en el Síndrome de Asperger
 Torpeza Motora / Trastorno del desarrollo de la Coordinación  Síndrome de Tourette / Trastorno Obsesivo-Compulsivo Trastorno de Déficit de atención-Hiperactividad / DAMP Trastorno específico del lenguaje / Dislexia / Hiperlexia Trastorno Semántico-Pragmático Trastorno del aprendizaje no verbal Depresión / Ansiedad.

Pruebas médicas complementarias

 No hay ninguna prueba biológica diagnóstica para el SA, por tanto sólo deben realizarse aquellas que estén orientadas a una manifestación comórbida (por ejemplo, un EEG, preferiblemente de sueño, para ayudar al diagnóstico de una epilepsia), o en casos raros en que se sospeche una etiología específica.

Tratamiento farmacológico del Síndrome de Asperger

No existe ningún fármaco específico para el SA, sin embargo es muy importante tratar algunos síntomas. Puesto que los resultados sobre el uso de psicofármacos en el SA están ampliamente avalados por la experiencia, en todos los casos resulta necesario plantearse la pregunta de si es posible mejorar los síntomas de un niño con SA mediante la prescripción de una medicación. No parece prudente, ni posiblemente sensata, una actitud obcecadamente abstencionista.

Principios generales para el Tratamiento Farmacológico del Síndrome de Asperger

• Vamos a tratar síntomas. 
• Se debe empezar a dosis muy bajas y hacer una escalada lenta.
• En la medida de lo posible, cuando sea pertinente, deben utilizarse escalas de conducta que permitan valorar la respuesta.
• No debe mantenerse un fármaco si no hay una clara evidencia sobre la eficacia.
• Periódicamente debe suprimirse la medicac ón para valorar si sigue siendo necesaria.
• En general, cada fármaco requiere unos con roles específicos.
• Valorar mediante cuestionarios específicos posibles efectos secundarios.
• “Natural” no es sinónimo de “inocuo”.

Productos “alternativos”


Una de las consecuencias de la actitud reticente al uso de psicofármacos en niños ha conducido a la expansión del uso de productos alternativos, también llamados “naturales”. El aspecto común entre ellos es que no están regulados por los controles sanitarios y de calidad requeridos para los productos registrados como fármacos. Entre estos abordajes se encuentran las megavitaminas, hierro, zinc, magnesio, piridoxina, ácidos grasos esenciales, antioxidantes, levadura de cerveza, dietas hipoglucémicas, eliminación de colorantes y aditivos de los alimentos y dietas sin gluten o cafeína.



viernes, 21 de abril de 2017

El síndrome en la infancia, adolescencia y la vida adulta

El Síndrome de Asperger en la Infancia

La infancia suele ser una etapa relativamente dorada para las personas con SA. Las características que tienen los primeros años de la infancia constituyen, en un primer momento, un entorno en el que las personas con SA pueden desenvolverse en condiciones bastante semejantes a las que poseen sus iguales. Los juegos, casi siempre en paralelo o sutilmente cooperativos, permiten que la persona con SA pueda elegir entre participar, sin mostrar excesiva torpeza, o mantenerse al margen sin llamar demasiado la atención, disfrutando de su soledad. Del mismo modo, las interacciones sociales (y nociones como el concepto de amistad o el de complicidad) todavía no han alcanzado la complejidad que poco a poco irán adquiriendo, por lo que el niño con SA todavía puede ser un compañero relativamente eficaz.

El Síndrome de Asperger en la Adolescencia

Muchas de las características definitorias del SA se hacen más complejas al llegar a la adolescencia. Durante la adolescencia, las características y cambios típicos de esta edad llevan, en la mayoría de los casos, a un mayor sentimiento de soledad, incomprensión y deseo frustrado de pertenecer a un grupo. Durante este periodo, los chicos con SA se pueden mostrar excesivamente sensibles a las críticas y a las burlas de sus compañeros. Aunque los cambios físicos se producen a la misma edad que en el resto de los adolescentes, los cambios emocionales suelen mostrar cierto retraso; así, mientras que sus compañeros ya hablan de novias o de saltarse las reglas, ellos continúan queriendo sólo una amistad y muestran fuertes valores morales.

La vida adulta de las personas con Síndrome de Asperger


En la edad adulta las personas con SA suelen presentar una serie de problemas asociados, como depresión, ansiedad, trastornos obsesivos, etc., consecuencia de la ausencia de intervención temprana y que condicionan su felicidad. Algunas de estas personas se casan y forman una familia, y en ocasiones, cuando son conscientes de sus dificultades acuden a servicios de orientación familiar.



Estrategias generales de intervención para personas con Síndrome de Asperger



El conocimiento de las características que definen el Síndrome de Asperger, de su forma peculiar de entender su entorno y, en definitiva, de su particular funcionamiento neuropsicológico, ayuda, en última instancia, a elaborar estrategias educativas ajustadas a sus necesidades (con el objetivo principal de mejorar la calidad de vida de estas personas). Los enfoques actuales en el tratamiento de las personas con SA se definen por las siguientes características:
ü  Empleo de apoyos visuales en cualquier proceso de enseñanza. Las personas con SA destacan por ser buenos “pensadores visuales”. Procesan, comprenden y asimilan mucho mejor la información que se les presenta de manera visual. Por ello, en cualquier proceso de enseñanza (tanto académico como de habilidades de la vida diaria) es importante emplear apoyos visuales (listas, pictogramas, horarios, etc.) que les faciliten la comprensión de aquello que se les está intentando enseñar. Asegurar un ambiente estable y predecible, evitando cambios inesperados. Las dificultades para enfrentarse a situaciones nuevas y la falta de estrategias para adaptarse a cambios ambientales que presentan muchas personas con SA exige asegurar ciertos niveles de estructura y predictibilidad ambiental (anticipando cambios en las rutinas diarias, respetando algunas de las rutinas propias de la persona con SA, etc.).
ü  Favorecer la generalización de los aprendizajes. Las dificultades de generalización que presentan estas personas plantea la necesidad de establecer programas explícitos que permitan transferir los aprendizajes realizados en contextos educativos concretos a situaciones naturales y asegurar, en la medida que se pueda, que los programas educativos se lleven a cabo en los contextos más naturales posibles.
ü   Asegurar pautas de aprendizaje sin errores. Las personas con SA, sobre todo en la etapa escolar, suelen mostrar bajos niveles de tolerancia a la frustración y esto, unido a las actitudes perfeccionistas, puede llevar a enfados y conductas disruptivas cuando no consiguen el resultado adecuado en una tarea. Para evitar este tipo de situaciones y favorecer la motivación hacia el aprendizaje es fundamental ofrecer todas las ayudas necesarias para garantizar el éxito en la tarea presentada, desvaneciendo poco a poco las ayudas ofrecidas.
ü  Descomponer las tareas en pasos más pequeños. Las limitaciones en las funciones ejecutivas, comentadas en un apartado anterior, obstaculizan el rendimiento de las personas con SA durante la ejecución de tareas largas y complicadas. Para compensar estas limitaciones y facilitarles la tarea, es importante descomponerla en pasos pequeños y secuenciados.
ü  Ofrecer oportunidades de hacer elecciones. Como se ha comentado, estas personas suelen mostrar serias dificultades para tomar decisiones. Por eso, desde que son pequeños se deben ofrecer oportunidades para realizar elecciones (inicialmente presentando sólo dos posibles alternativas a elegir) para que puedan adquirir capacidades de autodeterminación y autodirección.
ü  Ayudar a organizar su tiempo libre, evitando la inactividad o la dedicación excesiva a sus intereses especiales.
ü  Enseñar de manera explícita habilidades y competencias que por lo general no suelen requerir una enseñanza formal y estructurada. Con las personas con SA no podemos dar nada por supuesto. Habilidades como saber interpretar una mirada, ajustar el tono de voz para enfatizar el mensaje que queremos transmitir, respetar turnos conversacionales durante los intercambios lingüísticos, etc., van a requerir una enseñanza explícita y la elaboración de programas educativos específicos.
ü  Priorizar objetivos relacionados con los rasgos nucleares del Síndrome de Asperger (dificultades de relación social, limitación en las competencias de comunicación y marcada inflexibilidad mental y comportamental).
ü  Incluir los temas de interés para motivar en el aprendizaje de nuevos contenidos.
ü  Prestar atención a los indicadores emocionales para prever y prevenir posibles alteraciones en el estado de ánimo.
ü  Evitar en lo posible la crítica y el castigo. Sustituirlos por el refuerzo positivo, el halago y el premio.