En 1944, Hans Asperger, un
pediatra austriaco, publicó un artículo en una revista alemana de psiquiatría y
neurología donde describía a un grupo de niños con características similares
muy peculiares que él no había visto antes. Tanto Asperger como otros
contemporáneos como Kanner, eligieron el término “autismo” usado anteriormente
por Bleuler para describir la pérdida de contacto con el mundo exterior que
presentaba el paciente esquizofrénico. Actualmente este síndrome se conoce con
el nombre de “Síndrome de Asperger” y se ubica dentro de los trastornos
generalizados del desarrollo.
Criterios para el
diagnóstico de Trastorno de Asperger (DSM−IV−TR, 2000)
A. Alteración cualitativa
de la relación social, manifestada al menos por dos de las siguientes
características:
1. Importante alteración del uso de múltiples comportamientos no
verbales, como el contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y
gestos reguladores de la interacción social.
2. Incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros
apropiadas al nivel de desarrollo del sujeto.
3. Ausencia de la tendencia espontánea a compartir disfrutes,
intereses y objetivos con otras personas (por ej., no mostrar, traer o enseñar
a otros objetos de su interés).
4. Ausencia de reciprocidad social y emocional.
B. Patrones de
comportamiento, intereses y actividad restrictivos, repetitivos y
estereotipados, manifestados al menos por una de las siguientes características:
1. Preocupación absorbente por uno o más patrones de interés
estereotipados y restrictivos que son anormales, sea por su intensidad o por su
objetivo.
2. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales
específicos, no funcionales.
3. Manierismos motores estereotipados y repetitivos (por ej.,
sacudir o girar manos o dedos, o movimientos complejos de todo el cuerpo).
4. Preocupación persistente por partes de objetos.
C. El trastorno causa un
deterioro claramente significativo de la actividad social, laboral y otras
áreas importantes de la actividad del individuo.
D. No hay retraso general
del lenguaje clínicamente significativo (por ejemplo, a los dos años usa
palabras sencillas, a los tres frases comunicativas).
E. No hay retraso clínicamente
significativo del desarrollo cognitivo ni del desarrollo de habilidades de
autoayuda propias de la edad, comportamiento adaptativo (distinto de la
interacción social) y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.
F. No cumple los
criterios de otro trastorno generalizado del desarrollo ni de esquizofrenia.